CoVid-19

    La práctica de hoy ha estado dirigida a profundizar sobre las consecuencias que ha tenido el CoVid-19, principalmente negativas pero también positivas, en los profesionales de enfermería que han mirado a los ojos al virus, luchando en primera línea. Haciendo especial énfasis en los duelos tan difíciles que se han tenido que desarrollar debido a la pandemia, pues no quedaba otra alternativa.

      Con el fin de tener un mayor control sobre el tema y ser capaces de empatizar realmente con todos estos profesionales, hemos analizado el caso de Miriam, una enfermera recién graduada de 25 años que vivió todos estos meses desde la planta CoVid de un hospital comarcal de Alicante, rodeada de muerte y sufrimiento.


¿CÓMO VIVÍ YO EL CONFINAMIENTO Y LA PANDEMIA?

         Ni que decir tiene que esta situación ha sido y está siendo difícil para todos nosotros, sin excepción. No obstante, bien es cierto que hay personas que, por un motivo u otro, han sido capaces de sobrellevar el confinamiento de una forma mucho más productiva y paciente.

      Pues bien, yo no soy una de esas personas... El confinamiento para mí ha supuesto ansiedad, ha supuesto angustia, ha supuesto agobio, incertidumbre y mucha intranquilidad. Al principio sentí miedo, porque es un virus que mata personas, pero pronto perdí el miedo y sólo sentía soledad, muchísima soledad y tristeza, incluso cuando no estaba sola.

           Sin lugar a dudas ha sido la época de mi vida en la que más agobio he sentido y en la que más he llorado, en muchas ocasiones más de una vez al día. Cada prórroga de fase 0 la sentía como una soga que se aprieta cada vez más alrededor de mi cuello, me costaba respirar. Estaba atrapada en una película barata de ciencia ficción de la que no podía escapar, por mucho que quisiera.

       En mitad de todo este caos murió mi abuelo. No pude estar a su lado en sus últimos días ni despedirme de él en el tanatorio cuando ya se había ido, porque el máximo de personas permitido en la ceremonia era de 3. En una familia como la mía ahí no hay hueco para una nieta. Creo que aún a día de hoy no me he parado a digerir mi duelo.

      La verdad es que para una persona tan sociable y dependiente como lo soy yo, esto ha supuesto una auténtica tortura china. Pero hasta yo encontré por narices alternativas que me permitieron hacer aquella "normalidad" un poquito más llevadera...


¿QUÉ ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO FUERON ÚTILES PARA MÍ?

  • Al igual que para la mayoría de nosotros, las videollamadas fueron MI SALVACIÓN. Les veía las caritas a mis amigos más que nunca, y antes de dormir me pasaba horas hablando con mi novio. Ya no hacía ni trabajos, ni ejercicio ni veía pelis sola (aunque anhelaba mucho el contacto físico).

  • ¡El ejercicio! Tremendo aliado... la elíptica de mi salón y yo teníamos una cita después de comer todos los días, aunque nuestra relación terminó el 18 de mayo (la dejé por el gimnasio en cuanto pude salir a la calle).

  • Cuando piensas en lo que hace la juventud para distraerse cuando no tiene absolutamente nada más que hacer, seguramente no se te venga a la cabeza la restauración de muebles, pero ese es mi estilo. Restauré una mesita que había encontrado en un contenedor, hice unos cuantos DIYs de ropa y creé de la nada un huerto en casa plantando semillas de todo lo que me comía.

  • No penséis que soy taaaaan distinta al resto del mundo, yo también pasé la etapa de querer convertirme en chef. Sin embargo, mientras que los estados de WhatsApp se llenaban de galletas y bizcochos, yo quería ser cocinera fit. Al darme cuenta de que 11 de cada 10 recetas me salían mal, abandoné ese fugaz sueño.

  • Benditas redes sociales. Yo no sé si aquello entretendría a alguien o si mis seguidores me consideraban el ser más cansino del planeta, pero yo, día tras día, me dediqué a compartir con un toque de humor todas las cosas que me pasaban. Mis seguidores de Instagram me veían hacer ejercicio, sabían qué comía y siguieron paso a paso la restauración de la mesa que he comentado, si hasta hacía monólogos sentada en el váter...

  • Esto no es algo de lo que esté orgullosa, y desde luego mi bolsillo no me lo agradece, pero AliExpress y otras muchas tiendas online también supusieron una vía de escape para mí. Voy a optar por no calcular cuánto dinero me gasté en aquellos meses con el simple fin de evitarme un disgusto. Conforme me llegaban las cosas de la China Mandarina las iba enseñando en mi Instagram, y a día de hoy es la sección más querida de mi perfil.

  • Sí amigos, lo tengo que reconocer, me di al alcohol. En mi casa rulaban los cubatas como si fueran pipas. Pasábamos tiempos difíciles y la carne es débil. Si algo positivo puedo sacar de esa época es que me hice experta vermut y le cogí el punto justo a la mezcla de Coca-Cola y ron.

  • Y por último... MI NOVIO!!! Antonio me dio vida en esa temporada oscura y deprimente que fue el confinamiento para mí. Cocinábamos por videollamada, trabajábamos por videollamada, veíamos pelis por videollamada, jugábamos a juegos online por videollamada y utilizábamos la videollamada para otras muchas cosas. No lo echo de menos.

      Como habéis podido observar, soy un culo inquieto de mente dispersa. El confinamiento ha sido una etapa de mi vida que ha tenido algunas cosas buenas y muchísimas malas. En cualquier caso, deseo de corazón que NUNCA se vuelva a repetir.

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